OBSERVARE
Universidade Autónoma de Lisboa
e-ISSN: 1647-7251
Vol. 12, Nº. 2 (Noviembre 2021-Abril 2022)
LOS RUMBOS DEL MOVIMIENTO AL SOCIALISMO (MAS) EN BOLIVIA:
EL DIÁLOGO ENTRE POLÍTICA EXTERIOR Y DIPLOMACIA
NATALIA CEPPI
natalia.ceppi@fcpolit.unr.edu.ar
Doctora en Relaciones Internacionales por la Universidad Nacional de Rosario (UNR, Argentina),
Argentina. Magíster en Integración y Cooperación Internacional (CEI-CERIR-UNR). Licenciada en
Relaciones Internacionales (UNR). Investigadora Adjunta del Consejo Nacional de Investigaciones
Científicas y Técnicas (CONICET). Profesora Titular de la asignatura Derecho Consular y
Diplomático de la Licenciatura en Relaciones Internacionales, Facultad de Ciencia Política y
Relaciones Internacionales (UNR).
Resumen
Política exterior y diplomacia son, en el marco de los estudios de las Relaciones
Internacionales en general, dos categorías que gozan de gran protagonismo. En términos
prácticos, poseen una vinculación estrecha, simbiótica e incluso, persiste la idea que ambas
significan lo mismo. No obstante, desde una perspectiva teórico-conceptual, la política exterior
implica, en líneas generales, los objetivos del Estado en el plano internacional, mientras que
la diplomacia refleja los medios para concretarlos. En base a ello, el presente escrito procura
identificar y reflexionar sobre los ejes centrales que atravesó la dinámica de la política exterior
y la diplomacia de Bolivia durante los tres gobiernos de Evo Morales (2006-2019). Asimismo,
se realiza una breve proyección sobre este binomio tan particular a partir del regreso del MAS
al poder, tras el triunfo de Luis Arce y David Choquehuanca el 18 de octubre de 2020.
Palabras-clave
Bolivia, MAS, política exterior, diplomacia, cambio/continuidad
Cómo citar este artículo
Ceppi, Natalia (2021). Los Rumbos del Movimiento al Socialismo (MAS) en Bolivia: El diálogo
entre Política Exterior y Diplomacia. In Janus.net, e-journal of international relations. Vol. 12,
2, Noviembre 2021-Abril 2022. Consultado [en línea] en fecha de última consulta,
https://doi.org/10.26619/1647-7251.12.2.3
Artículo recebido en 26 Enero de 2021 y aceptado para su publicación el 24 Marzo de
2021
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El diálogo entre Política Exterior y Diplomacia
Natalia Ceppi
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LOS RUMBOS DEL MOVIMIENTO AL SOCIALISMO (MAS) EN
BOLIVIA: EL DIÁLOGO ENTRE POLÍTICA EXTERIOR Y
DIPLOMACIA
1
NATALIA CEPPI
Introduccíon
La llegada del MAS a la presidencia del Estado Plurinacional de Bolivia (Bolivia, en
adelante), tras su primera victoria presidencial el 18 de diciembre de 2005, constituyó
un hecho de gran impacto más allá de sus implicancias en la realidad nacional. A nivel
regional y extra-regional, medios de comunicación, académicos y policy-makers
siguieron con detenimiento el ascenso de la fórmula Evo Morales-Álvaro García Linera.
Semejante expectativa puede entenderse, entre otras cuestiones, a partir del desarrollo
de la propia contienda electoral. En el imaginario colectivo, las elecciones de 2005 no se
equiparaban a un sufragio más, es decir, como parte de la práctica intrínseca del juego
democrático ya que éstas, por primera vez desde 1985, ofrecían posibilidades fehacientes
de poner fin a los gobiernos de coalición que constituyeron el período de la denominada
Democracia Pactada.
2
En este contexto, el triunfo del MAS fue un acontecimiento inédito por varios motivos.
En primer lugar, su acceso al poder se dio a través de la obtención de la mayoría absoluta
de los votos (53.74%), lo cual no ocurría desde 1982. En segundo lugar, el MAS se
diferenciaba de los partidos políticos tradicionales por ser un movimiento político que
representaba y, a la vez, articulaba demandas indígenas, campesinas y sindicales, cuyos
componentes identitarios se esgrimían en torno al fuerte liderazgo de Evo Morales
(Mayorga, 2008, 2016). En tercer lugar, su programa de gobierno estaba focalizado en
el proceso de Refundación del Estado que, a grandes rasgos, implicaba políticas
rupturistas no lo en el plano doméstico sino particularmente en la agenda externa y en
la vinculación internacional del país. Para el MAS era imperioso dotar a la política exterior
y a la diplomacia de nuevos contenidos y estructuras al entenderlas como el reflejo de la
1
El presente trabajo continúa y profundiza algunas líneas de análisis que han sido desarrolladas en instancias
de investigación previas en el marco del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas
(CONICET).
2
Exeni Rodríguez (2016: 84-85) sostiene que la Democracia Pactada es “tributaria” del Pacto por la
Democracia en tanto evento poselectoral de las elecciones de 1985 donde la elección presidencial recayó
en el Congreso ante la falta de mayoría absoluta. Por tradición, se ratificaba la primera mayoría, pero en
dicha ocasión, Hugo Banzer Suárez, un ex presidente de facto y candidato de ADN, fue desplazado por
Víctor Paz Estenssoro del MNR con el respaldo de su partido y de otras fuerzas legislativas. Dos meses
después, ADN apoyó parlamentariamente al Ejecutivo y suscribieron un pacto de gobernabilidad. A partir
de allí, los partidos tradicionales (MNR, ADN y MIR) fueron rotando en el poder gracias a las alianzas
realizadas en el Legislativo conjuntamente con otras fuerzas menores.
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identidad nacional pero también porque permitirían la satisfacción de determinados
intereses políticos y económicos.
El presente trabajo propone reflexionar sobre los aspectos centrales que han marcado el
compás de la política exterior y la diplomacia de Bolivia durante las tres administraciones
de Evo Morales (2006-2019). Asimismo, procura inferir posibles modos de acción en la
materia con respecto al reciente mandato de Luis Arce y David Choquehuanca, cuyo
triunfo en las elecciones del 18 de octubre de 2020 dio paso al regreso del MAS al poder
Ejecutivo luego del gobierno interino de Jeanine Áñez. Se sostiene como conjetura que,
bajo la conducción de Morales, la política exterior y las acciones diplomáticas del país
andino han sido rupturistas y signadas por una retórica con un fuerte componente
ideológico, en especial, si se las compara con los gobiernos que precedieron al MAS. En
ambas se percibe una clara apuesta al pragmatismo en virtud de conquistar y
beneficiarse de las posibilidades políticas y económicas del contexto, ya sea en el marco
de las relaciones bilaterales como en las instancias multilaterales.
A los fines del trabajo, se ha empleado un diseño metodológico cualitativo con miras a
caracterizar de manera integral el núcleo de análisis. Al ser flexible y contar con una
perspectiva holística, aborda el objeto de estudio a partir de la idea de unidad, es decir,
como un todo y no como una sumatoria de partes- por lo cual el foco está puesto en
el fenómeno y su contexto (Taylor y Bogdan, 1987; Sautu, 2005; Hernández Sampieri,
Fernández Collado y Baptista Lucio, 2014). Por su parte, las referencias empíricas
provienen de documentos oficiales, normativa nacional y artículos especializados en las
distintas aristas que son parte de la investigación, empleándose la búsqueda bibliográfica
y documental como técnicas de recolección de información.
En términos organizativos, el análisis se presenta en tres secciones. En la primera se
realiza una somera presentación sobre la propuesta de gobierno del MAS en el plano
doméstico para luego establecer su conexión en lo que respecta al accionar externo del
país. Cabe remarcar que la estadía del MAS en la presidencia de Bolivia a lo largo de tres
gestiones consecutivas despertó curiosidad e interés por parte de la academia, cuya
producción ha puesto bajo la lupa múltiples aspectos y dimensiones que han sido parte
de los planes de gobierno de Evo Morales tanto en el ámbito doméstico como en el
externo. En líneas generales, en el plano doméstico se destacan principalmente los
estudios focalizados en la relación del MAS con los movimientos sociales, el avance
territorial del oficialismo versus el declive de la oposición-; la reivindicación del colectivo
indígena-campesino y su propuesta de cambio en el vínculo del Estado con la sociedad y
las fuerzas del mercado. En cuanto al accionar externo del país, gran parte de los análisis
se han concentrado en las transformaciones que se fueron estableciendo a partir de 2006
en los lineamientos centrales y principios básicos orientadores de la política exterior, los
temas de agenda y en los vínculos regionales y extra-regionales de un actor con escasos
márgenes de maniobra en el contexto internacional (Ferndez Saavedra, 2011; Canelas
y Verdes Montenegro, 2011; Trejos Rosero, 2012; Namihas, 2013; Olmos Castro, 2014;
Ceppi, 2015, 2019; Querejazu Escobari, 2015; Souza, Cunha Filho y Santos, 2020; Ponce
Costa, 2020, etc.). Esto ha tenido como correlato el enriquecimiento de los debates
académicos y, al mismo tiempo, ha contribuido a fortalecer el análisis de dicho proceso
a partir de dos nociones centrales en la actividad internacional de los Estados como son
la política exterior y la diplomacia. Ambas categorías poseen una relación estrecha y de
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gran acoplamiento y, es común que suelan ser utilizadas como sinónimos. Sin embargo,
para las Relaciones Internacionales y el Derecho Diplomático, comprenden
conceptualmente nociones distintas (Pérez Manzano, 1989; Moreno Pino, 2001,
Arredondo, 2016; Vilariño Pintos, 2016; Hocking, 2016). La política exterior representa
los objetivos y metas del Estado en su accionar internacional, mientras que la diplomacia
es un instrumento siempre pacífico- para el logro de dichos cometidos (Arredondo,
2016: 8-10).
En la segunda sección se identifican los aspectos más relevantes que han dado contenido
a la política exterior y la diplomacia de los gobiernos de Morales. Teniendo en cuenta que
en la distinción política exterior/diplomacia, la primera se ocupa del q (qué metas u
objetivos) y la segunda del cómo (los medios o herramientas), se analizan los objetivos
más significativos del período 2006-2019 con sus correspondientes políticas de
implementación. La decisión de abordarlas de forma distintiva en términos
conceptuales- pero al mismo tiempo como unidad, contribuye a profundizar el análisis
teórico de cada categoría. Al mismo tiempo, su tratamiento en conjunto hace posible
contar con una especie de foto; un cuadro de situación más completo sobre los
posicionamientos, las decisiones y acciones de los policy-makers en el plano
internacional, considerando la coyuntura doméstica y sistémica.
Finalmente, en la tercera sección, que obra a modo de cierre, se esbozan a título tentativo
algunos aspectos relacionados con la conducción que Luis Arce y David Choquehuanca
pretenden por lo menos desde la retórica- imprimir a la política exterior y la diplomacia
del país andino.
1. El punto de partida
El arribo de Evo Morales y Álvaro García Linera a la presidencia puede contextualizarse
sintéticamente en un escenario que combinaba un sinnúmero de elementos; muchos de
ellos, contrapuestos: grandes expectativas, en particular, por parte del colectivo
indígena-campesino, inestabilidad político-institucional y enormes desafíos a nivel socio-
político y económico. Las promesas de crecimiento, desarrollo y bienestar de los
gobiernos de la Democracia Pactada ancladas en la implementación de programas
económicos ortodoxos- carecieron de correlato en los hechos. A comienzos del presente
siglo, la recesión, la pobreza y la desigualdad se habían convertido en una problemática
estructural profunda y, en consecuencia, en el leitmotiv de las demandas de cambio
versus continuidad de gran parte de la población.
3
El descontento popular fue
canalizándose en acontecimientos como la Guerra del Agua (2000), la Guerra del Gas
(2003), la renuncia de Gonzalo nchez de Lozada en octubre de 2003 y múltiples
protestas ciudadanas y campesinas que tuvieron a los movimientos sociales como
grandes protagonistas. Su accionar hizo más evidente no sólo el desgaste de los partidos
políticos tradicionales, sino que también fue un factor determinante en el triunfo del MAS.
Según Zuazo (2010), el MAS ha resultado de la ampliación de la democracia durante
3
Según la Unidad de Análisis de Políticas Sociales y Económicas (UDAPE) de Bolivia, al año 2000, la pobreza
moderada alcanzaba al 66.4% de la población; la pobreza extrema representaba el 45.3% y el Coeficiente
de Gini era de 0.66. Dossier de Estadísticas Nº 30. Disponible en
https://www.udape.gob.bo/portales_html/dossierweb2020/htms/dossier30.html
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1982-2000 pero, al mismo tiempo, ha sido consecuencia de su profunda crisis. Nació por
decisión de las organizaciones sociales campesinas de contar con un instrumento político,
que luego se fue ampliando a las ciudades, generando a raíz de su triunfo en 2005 el
tránsito hacia un “partido urbano”, con un liderazgo avasallante de Morales como
Presidente y jefe de partido.
Para el MAS, las dos décadas de Democracia Pactada habían generado un Estado débil,
poroso, cuyos roles y funciones fueron restringidos para favorecer al capital trasnacional
y los grupos conservadores que tradicionalmente habían gobernado el país (Programa de
gobierno MAS-IPSP, 2005: 10). Frente a esto, Evo Morales entendía que la refundación
del pacto social requería la existencia de un Estado que contara con una fuerte presencia
en el ámbito doméstico y en la agenda externa a fin de establecer cambios
multidimensionales, acordes con su propuesta de campaña. Los principios orientadores
de acción que fueron posteriormente renovados en los siguientes mandatos- se
presentaron en el Plan Nacional de Desarrollo de 2006, en tanto estrategia integral,
orientada a la construcción de una Bolivia Digna, Democrática, Productiva y Soberana
para Vivir Bien (Plan Nacional de Desarrollo, 2006). En líneas generales, implicaba la
puesta en marcha de medidas que apuntaran a la redefinición del vínculo Estado-mercado
y Estado-sociedad, rescatando e incorporando la cosmovisión de los pueblos indígenas
campesinos. Por su parte, el Vivir Bien
4
es una filosofía, un paradigma ancestral
concebido en la interculturalidad; “un horizonte civilizatorio y cultural alternativo al
capitalismo y a la modernidad”, el cual se comprende y se alcanza de forma práctica y
colectiva integrando las dimensiones social, cultural, política, ambiental y económica
(Ministerio de Relaciones Exteriores de Bolivia, 2014: 60).
En los hechos, la propuesta de cambio del MAS ha descansado en la edificación de un
Estado activo en este caso, en su versión plurinacional- (Cordero Ponce, 2012),
sustentado en los ideales de desarrollo nacional, reformismo social y formas de
participación y representación más inclusivas. A nivel doméstico, este proceso se ha
cimentado a través de:
a) Las nacionalizaciones y renegociaciones de los contratos en sectores estratégicos
tales como hidrocarburos (Decreto Supremo 28.701, 2006), minería Huanuni, la
mina de estaño más importante del país (2006)-, telecomunicaciones empresa
ENTEL (2006)-, metalurgia empresa Vinto (2007)-, combustible Air BP (2009)-,
electricidad Corani, Guarachi, Valle Hermoso y la distribuidora de electricidad de
Cochabamba (2010)-, fundición la planta Vinto de antimonio (2010)- y servicios
aeroportuarios SABSA (2013)- (CELAG, 2019).
b) La promulgación de una nueva Constitución Nacional (2009) que, entre otros
aspectos, se asienta en la ampliación de los derechos de ciudadanía con el
reconocimiento de los derechos de las comunidades indígenas campesinas, tales
como las autonomías, la democracia intercultural y la conformación de Bolivia como
Estado Plurinacional (Cordero Ponce, 2012).
c) El compromiso con la lucha contra la pobreza y la desigualdad a través del desarrollo
de programas de transferencias condicionadas en salud, educación, tercera edad y
4
Sobre el análisis del Vivir Bien en Bolivia, se recomienda consultar Martínez (2016).
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embarazo. Finalizando el tercer mandato de Morales, al o 2018, el 51.2% del total
de la población fue beneficiaria de algún bono social (Ministerio de Economía y
Finanzas Públicas de Bolivia, 2019). Esto generó un círculo virtuoso con respecto a
los indicadores sociales ya que la pobreza tanto moderada como extrema- y la
desigualdad tuvieron un claro comportamiento descendente en el período 2005-
2018. La pobreza moderada pasó de 60.6% a 34.6%; la extrema de 38.2% a 15.2%
y el Coeficiente de Gini de 0.60 a 0.46 (Ministerio de Economía y Finanzas Públicas
de Bolivia, 2019: 196-197).
No obstante, para que la Refundación del Estado fuera entendida de forma integral y
concluyente “refundación total”, de acuerdo al posicionamiento del MAS-, la política
exterior, la diplomacia y las relaciones internacionales del país debían, por extensión,
tener rasgos diferenciadores de los gobiernos de la Democracia Pactada.
Ahora bien, ¿qué se entiende por política exterior y diplomacia? Retomando la propuesta
inicial de este trabajo donde dichas categorías se observan en términos de unidad, pero
al mismo tiempo, son conceptualmente diferenciadas, la política exterior, comprende,
siguiendo las ideas de Hermann (1990), un programa; un plan que se elabora desde el
poder Ejecutivo para la consecución de metas a alcanzar en el plano internacional. En
este sentido, la política exterior, como afirman Wilhelmy (1991), Lasagna (1996), Milani
y Pinheiro (2013), Busso (2016, 2019) y Míguez (2017, 2020), entre otros, se inscribe
como política pública, es decir, como el conjunto de objetivos y acciones que lleva a cabo
un gobierno frente a problemas o podría agregarse, asuntos en general- que en un
determinado momento suscitan interés por parte del propio gobierno como por otros
actores, entre ellos, los ciudadanos (Tamayo Sáez, 1997). Esto implica, de acuerdo al
análisis de Oszlak y O’Donnell (1976), una toma de posición por parte del Estado, que se
concreta en decisiones que no necesariamente se expresan en actos formales, orientada
a resolver esa cuestión que se presenta. Al ser un modo de intervención donde se
incluyen las decisiones o perspectivas de diversos actores, esa “toma de posición no tiene
por qué ser unívoca, homogénea o permanente” (Oszlak y O’Donnell, 1976: 21). De ello
resultan tres elementos importantes a tener en cuenta: 1- esa posición predominante
que atañe a otros sectores de la sociedad, se desarrolla en un contexto y momento
histórico específicos; 2- al coexistir varios actores en la fijación de la posición, en
ocasiones, las decisiones pueden ser contradictorias y/o conflictivas y 3- la toma de
posición puede ser activa o por omisión, siendo ambas una manera de hacer frente al
tema de agenda (Oszlak y O’Donnell, 1976: 21-23).
La particularidad de la política exterior radica en que cuando el Estado adopta posiciones
frente a problemáticas de interés, se observa una interacción constante entre los planos
doméstico y externo (Busso, 2019, Míguez, 2020). En palabras de Wilhelmy (1991: 177)
la especificidad de la problemática internacional, genera que los objetivos de política
exterior sean identificados a partir de la incidencia de los influjos que provienen del
sistema político, de las consideraciones domésticas de la política y de la significación de
los actores y del entorno internacional.
Así, mientras que la política exterior fija y decide las directrices de acción mediatas o
inmediatas- por parte de un Estado, la diplomacia es una forma de ejecutar, siempre de
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manera pacífica, esa política exterior (objetivos y temas de agenda) que previamente se
ha decidido. Por ello, la diplomacia es esencialmente una herramienta o un instrumento
al servicio de la política exterior (Vilariño Pintos, 2016: 75). Para Vilariño Pintos (2016:
75-76), la diplomacia no es un fin, sino un medio; no un propósito, sino un método”.
Esto implica comprender, según el autor, que la política exterior posee un carácter
sustantivo y la diplomacia, un carácter adjetivo, generando que sean según el
neologismo que utiliza- de orden completivas ya que la diplomacia no posee una
existencia separada de la política exterior.
Teniendo en cuenta que en la construcción de los objetivos y temas de agenda que
movilizan el accionar internacional de los Estados inciden factores de orden doméstico y
sistemático, la política exterior, en su condición de política pública, no es algo estático o
inalterable. Al contrario, la convivencia entre el cambio y la continuidad es un patrón
recurrente al momento de ponerla bajo análisis. En este sentido, la política exterior del
MAS no constituye una excepción ya que a lo largo de las tres administraciones de
Morales, se desprenden, en términos de Lasagna (1995), la presencia de criterios
tradicionales y contingentes. Los primeros aluden a aspectos o pautas que son parte del
armado de la política exterior de un país, independientemente de los cambios de
gobierno; siendo en el caso de estudio, la defensa de la democracia, la soberanía y los
derechos humanos; la no injerencia en los asuntos internos de otros Estados, la solución
pacífica de conflictos y el reclamo por el acceso soberano al mar frente a su disputa con
Chile. Por su parte, los segundos responden a cuestiones coyunturales al comprender las
inclinaciones o preferencias del gobierno de turno y los “inputs que recibe del exterior”
(Lasagna, 1995: 390-391). Al aplicarlos a la política exterior boliviana, los criterios
contingentes se asocian indefectiblemente al proceso de Refundación del Estado; la idea
de ruptura y a la necesidad de establecer un cambio de paradigma en las relaciones
internacionales. De acuerdo con el Ministerio de Relaciones Exteriores, los gobiernos que
precedieron al MAS compartieron una política exterior cuyos objetivos estuvieron
marcados por la dependencia político-ideológica de Estados Unidos, el cumplimiento de
los postulados ortodoxos de los organismos financieros internacionales y la obtención de
beneficios para las elites gobernantes y el sector empresarial (Ministerio de Relaciones
Exteriores de Bolivia, 2014). Frente a esto, la administración Morales se abocó a dotar a
la política exterior de una nueva estructura doctrinaria acorde con la redefinición de los
vínculos del Estado con el mercado y la sociedad y los principios sostenidos en términos
partidarios.
En términos discursivos, el ex Presidente apostó a una retórica más radical que
moderada, con una marcada postura contra-hegemónica, muy crítica del capitalismo en
general y del neoliberalismo en particular y, defensora del Vivir Bien y de los principios
sostenidos por el colectivo indígena campesino. Esto se fue plasmando en el uso habitual
de la idea de “nos-otros”, en particular, en el seno de Naciones Unidas. Así, el ‘nosotros
(los indígenas, campesinos y movimientos sociales; los países en desarrollo víctimas del
capitalismo y el colonialismo y los gobiernos que pretenden un mundo más justo y
equitativo) y los otros (los países procapitalistas Estados Unidos-, las empresas
transnacionales y los organismos financieros internacionales) (Olmos Castro, 2014), han
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tenido un lugar protagónico en la cosmovisión dicotómica de Morales como líder, pero
también en el diseño de la política exterior y de la llamada Diplomacia de los Pueblos.
5
Este nuevo paradigma fue el marco de la política exterior boliviana entre 2006 y 2019,
la cual estuvo especialmente focalizada en el tratamiento de los siguientes objetivos
macro: 1) la reivindicación marítima, 2) el establecimiento de relaciones externas
complementarias, diversificadas y menos asimétricas y 3) la revalorización de la
identidad nacional. A continuación, se desarrollan cada uno de ellos, considerando
también las acciones diplomáticas en tanto herramientas- que se implementaron con
miras a concretarlos. Tal como expresa Wilhelmy (1991: 179-180), el instrumento en
este caso la diplomacia- se encuentra al servicio del objetivo y “a cada constelación de
intereses y objetivos debe adecuarse un repertorio de instrumentos; el cálculo de esta
adecuación constituye una de las tareas centrales del actor gubernamental en la política
exterior”.
2.1. La demanda marítima frente a Chile
A diferencia de los otros objetivos de la agenda externa, el reclamo de acceso soberano
al Océano Pacífico ha sido una constante en la política exterior boliviana más allá de los
cambios de gobierno. Desde la firma del Tratado de Paz y Amistad en 1904, los contactos
con Chile atravesaron diversas situaciones conflictivas incluso, la ruptura de relaciones
diplomáticas en 1978- frente a la existencia de posiciones diametralmente opuestas:
para Chile los temas territoriales quedaron saldados a principios del siglo XX, mientras
que, para Bolivia, el acceso soberano al mar aún constituye un reclamo pendiente.
En la búsqueda por obtener algún tipo de avance en la materia, Evo Morales apostó al
diálogo con el primer gobierno de Michelle Bachelet (2006-2010) y ambos acordaron la
necesidad de renovar el espíritu del vínculo entre los dos países mediante la firma de la
Agenda de los 13 puntos oagenda sin exclusiones’ donde se incorporó el tratamiento de
la cuestión marítima. En ese momento, los esfuerzos diplomáticos se concentraron en el
plano bilateral con el objetivo de mejorar la calidad del diálogo interestatal y a partir de
allí ahondar sobre la posibilidad de encontrar un acuerdo “cara a cara” sobre el asunto
(Correa Vera y García Pinzón, 2013: 96). Las reuniones entre funcionarios bolivianos y
chilenos se llevaron a cabo anualmente y estuvieron en consonancia con el proceso de
reconstrucción de confianza propuesto por los entonces mandatarios. Sin embargo, con
el inicio del gobierno de Sebastián Pinera (2010-2014), el diálogo entre las Cancillerías
de Bolivia y Chile fue paulatinamente dejado de lado, con acusaciones cruzadas sobre la
responsabilidad de lo acontecido, evidenciando que, en realidad, las conversaciones
5
Según el MAS, la Diplomacia de los Pueblos se apoya en el Vivir Bien en tanto paradigma filosófico de los
pueblos indígenas andinos y puede entenderse como unos los pilares de la política exterior del período,
siendo ésta la encargada de cumplir los objetivos de gestión establecidos. De los documentos oficiales se
desprende que es una nueva forma de llevar adelante una política exterior cuyos principios, objetivos e
intereses, difieren ampliamente con el pasado. Sus características centrales son: la ampliación de la idea
de relaciones internacionales, es decir, se habla de vinculación no sólo entre Estados sino entre pueblos y/o
naciones; los movimientos sociales poseen un papel importante, en especial, en los foros políticos; la
promoción de la democracia participativa y la construcción de relaciones solidarias, complementarias y de
cooperación (Ministerio de Relaciones Exteriores de Bolivia, 2014: 111-112).
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nunca pudieron superar el aspecto formal ante la falta de movilidad en la postura
tradicionalmente sostenida por cada actor.
Frente a este cuadro de situación, Morales decidestablecer cambios en el accionar de
la diplomacia frente a este reclamo histórico. La primera medida se presentó en la
creación de la Dirección Estratégica de Reivindicación Marítima (DIREMAR) en el seno del
Ministerio de Relaciones Exteriores, asignándole las tareas de planificar, desarrollar e
implementar todo lo relativo al tema marítimo. La segunda medida se plasmó en la
judicialización de la demanda ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ) el 24 de abril
de 2013, amparándose en el Tratado Americano de Soluciones Pacíficas de 1948,
conocido como Pacto de Bogotá (International Court of Justice, 2013). Ahora bien, el giro
en la táctica (el accionar diplomático) no sólo se evidenció en el abandono del plano
bilateral sino también en el eje del reclamo ya que la demanda no se focalizó en la
denuncia directa del Tratado de 1904 como había acontecido en otros momentos- sino
en el supuesto incumplimiento por parte de Chile en su obligación de negociar una salida
soberana al Pacífico. Para la Cancillería boliviana dicha obligación se fundamentaba en
un conjunto de acontecimientos tales como declaraciones unilaterales, intercambios
diplomáticos, acuerdos bilaterales y declaraciones e interacciones diplomáticas en el
marco de la Organización de Estados Americanos (OEA), que se sucedieron con
independencia al Tratado de 1904 (International Court of Justice, 2013; Ceppi, 2019).
En paralelo, Evo Morales aprovechó las sesiones de apertura de la Asamblea General de
Naciones Unidas para promover la causa boliviana, elevar al máximo su perfil y, al mismo
tiempo, buscar respaldo internacional, apelando a cuestiones como la falta de
entendimiento de Chile ante un reclamo ‘justo e irrenunciable’; la importancia de la
solución pacífica de controversias, sobre todo, entre países vecinos y las
recomendaciones efectuadas por líderes mundiales para que los dos Estados se abocaran
a encontrar una solución a dicho conflicto.
6
Una vez que se llevaron adelante las fases escritas y orales establecidas en el
procedimiento reglamentario, la CIJ emitió su sentencia de carácter vinculante e
inapelable para las partes- el 1 de octubre de 2018. Por 12 votos a favor y 3 en contra,
el tribunal internacional desestimó por completo la demanda boliviana al rechazar cada
uno de los instrumentos legales sobre los cuales la diplomacia andina había edificado su
reclamo (International Court of Justice, 2018). Más alde las evaluaciones jurídicas que
puedan realizarse, el pronunciamiento de la CIJ implicó, desde la óptica de las relaciones
internacionales de Bolivia, el fin de la judicialización del reclamo como accionar
diplomático y, en consecuencia, la necesidad de repensar a futuro nuevos mecanismos
para el tratamiento de esta problemática. Como sintetiza González Vega (2019: 86), “la
Corte no [vio] en ninguno de los documentos, de la larga nómina aportados por Bolivia,
nada más que meros compromisos políticos, inviables para establecer una obligación
jurídica a cargo de Chile” (…) “La clausura del procedimiento judicial ha supuesto una
derrota casi sin paliativos- para las pretensiones [de Bolivia], ante el tenor de la
argumentación desarrollada por la Corte. No obstante, no concluyen con ello los
desencuentros entre los países vecinos” (González Vega (2019: 97).
6
Se recomienda consultar los discursos del exmandatario en la biblioteca digital de Naciones Unidas.
Disponible en https://digitallibrary.un.org/search?ln=es&cc=Speeches
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2.2. Relaciones externas: ¿nuevos enfoques, nuevos medios?
Según el Ministerio de Relaciones Exteriores de Bolivia (2014), el Vivir Bien se traduce,
entre otras cuestiones, en el ámbito de la política exterior, en la construcción de nuevas
formas de vinculación basadas en la cooperación, la complementación y la reducción de
las asimetrías con miras a fortalecer el posicionamiento regional y extra-regional del país.
Procurando acercarse a este objetivo, la diplomacia boliviana proporcionó distintos
instrumentos en los planos multilateral y bilateral de la agenda externa. En el plano
multilateral, la integración regional ocupó un lugar destacado a lo largo de las tres
administraciones de Morales ya que “ningún país por sí sólo puede atender sus
necesidades y resolver sus problemas” (Plan Nacional Desarrollo, 2006: 239). Sin
embargo, para el MAS, los esquemas de integración tradicionales, focalizados en la
liberalización económico-comercial, tales como la Comunidad Andina de Naciones (CAN)
o el Mercado Común del Sur (MERCOSUR), tenían como punto crítico la falta de
construcción de una agenda más amplia que incluyera el abordaje de problemas sociales,
políticos, culturales y ambientales. Las políticas de integración debían contar con una
mirada ‘holística’ que permitiera el desarrollo de relaciones cuya orientación descansara
en los principios arriba mencionados.
Frente a esta nueva perspectiva, los esquemas de cooperación y concertación que
surgieron a la luz del denominado regionalismo postliberal (da Motta y Ríos, 2007;
Sanahuja, 2012), fueron los medios a través de los cuales el gobierno boliviano procu
canalizar gran parte de sus intereses con los pares latinoamericanos en lo que respecta
a la dimensión política. La dinámica del regionalismo no quedó al margen del proceso de
ascenso que, a partir del presente siglo, tuvieron los gobiernos progresistas
7
. Éstos no
sólo cuestionaron la idea de regionalismo abierto, es decir, ese regionalismo que imperó
entre 1990 y 2005, basado principalmente en lo comercial donde la integración se asoció
de forma directa con las políticas liberales del Consenso de Washington, sino además
propiciaron su redefinición (Sanahuja, 2012). Así, el regionalismo fue pensado en clave
postliberal dando origen a estructuras como la Alianza Bolivariana para los Pueblos de
Nuestra América-Tratado de Comercio de los Pueblos (ALBA-TCP) o la Unión de Naciones
Suramericanas (UNASUR). A pesar de sus rasgos específicos, se caracterizaron en
general, por otorgar importancia a los temas políticos y sociales; apelar a la cooperación
sur-sur; rechazar las políticas económicas ortodoxas y promover un Estado más presente
en las distintas dimensiones de la agenda nacional (Sanahuja, 2012).
El MAS encontró en estos mecanismos, por un lado, espacios de diálogo, en ocasiones
más ideologizado, como es el caso del ALBA-TCP y, por el otro, plataformas para la
generación de acuerdos de diversa índole- y la minimización de los conflictos (Agramont
Lechín, 2010). Tomando las ideas de Diamint (2013: 64), dichos esquemas
8
, no
desconocían el plano comercial; sino que fueron ideados como acuerdos principalmente
políticos y no económicos, donde las consecuencias del “entrelazado político” se
extienden al campo económico; al contrario del planteo que ofrece un proceso de
7
Como expresa Svampa (2017), con esta categoría genérica que abarca diferentes corrientes políticas e
ideológicas, se alude al cambio de época que atravesó gran parte del continente sudamericano entre 2000
y 2015.
8
En su trabajo, la autora se focaliza en ALBA-TCP y UNASUR.
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liberalización comercial clásico. La presencia de Bolivia en el marco del ALBA-TCP es un
ejemplo de esta afirmación. El país andino se benefició con el envío de diversas misiones
sociales en materia de salud y educación que fueron sustentadas con aportes económicos
(Venezuela) y recursos humanos (Cuba) (Ceppi, 2015). También fue receptor de
donaciones, reducción arancelaria en acuerdos comerciales y créditos reembolsables para
obras de infraestructura (Vergara Toro, 2016). Cabe destacar que gran parte de esos
fondos se recibían directamente de la Embajada de Venezuela en La Paz, por lo cual no
se conoce con exactitud la cantidad del dinero enviado como los verdaderos destinos de
los mismos (Vergara Toro, 2016: 77).
La promoción de una integración con un matiz político no implicó la pérdida de interés
por los esquemas comerciales tradicionales. Bolivia no abandola CAN y suscribió en
2012 coincidente con el declive del ALBA- el protocolo de adhesión al MERCOSUR en
calidad de Estado miembro, buscando superar su condición de asociado.
9
En resumen,
Morales se inclinó firmemente hacia el multilateralismo y la integración, ya sea en su
versión ‘regionalismo abierto’ –donde prima lo económico-, o bien, la ‘versión siglo XXI’,
propia del ciclo progresista que transitó mayoritariamente el espacio sudamericano entre
2000 y 2015. Así, en lo que respecta al regionalismo, el MAS apeló a la diplomacia de
doble pertenencia, lo cual contribuyó a diversificar la agenda de política exterior,
fortaleció la visibilidad de Bolivia en el contexto regional y dinamizó, en términos
generales, el contacto con los pares, en especial, con aquellos que estaban en la misma
sintonía ideológica.
En el plano bilateral, la diplomacia ampl el horizonte de diálogo inter-estatal para
alcanzar acuerdos sobre diversas temáticas, algunas de ellas pendientes; otras con
carácter propositivo. La renegociación de los contratos energéticos con Argentina y Brasil
pos nacionalización de YPFB en 2006, la demarcación limítrofe final con Paraguay,
producto de la Guerra del Chaco en 2009; la firma de un Protocolo Complementario a los
Convenios de Ilo (1992) en 2010 y luego la Declaración de Ilo con Perú en 2019; la
renovación de los memorandos de entendimiento con la UE en materia de cooperación
10
;
el establecimiento de relaciones diplomáticas con Irán en 2007 y la actualización de los
vínculos con China y Rusia, reflejan el rol de la diplomacia en tanto brazo ejecutor de
una política exterior de índole diversificada y pragmática (Ministerio de Relaciones
Exteriores de Bolivia, 2014; Comunicado del Gobierno de Perú, 2019).
En el ámbito extra-regional, los vínculos con China y Estados Unidos merecen una
consideración especial. Por su parte, el país asiático tuvo un ascenso vertiginoso en la
agenda externa boliviana gracias a la complementariedad comercial exportación de
materias primas e importación de productos con valor agregado- y a la ayuda económica
y política que se ha enmarcado como parte de la cooperación sur-sur (Hedrich, 2016).
Aprovechando la retórica anti-imperialista y contra-hegemónica de Morales, China ha
brindado préstamos e inversiones y ha adquirido grandes volúmenes de productos como
litio, plata, estaño, plomo, cobre refinado, quinua y semillas de sésamo, entre otros. No
obstante, al ser un vínculo absolutamente asimétrico, el accionar chino es el encargado
9
Este proceso aún no se ha concretado.
10
Bolivia y la UE llevan adelante sus relaciones desde 1995, sobre todo en materia de cooperación. Es el
principal receptor de la ayuda bilateral de la UE al desarrollo en América Latina, con un presupuesto de 281
millones de euros para el periodo 2014-2020. Fuente: Delegación de la UE en Bolivia. En:
https://eeas.europa.eu/delegations/bolivia/966/bolivia-y-la-ue_es.
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de determinar, según sus intereses, en qué y cómo forjar acuerdos bilaterales. En este
sentido, en materia de resultados, el acercamiento a China que aqse entiende como
una diplomacia receptiva- estaría lejos de cumplir con el objetivo de generar relaciones
complementarias y más equilibradas
En cuanto al vínculo con Estados Unidos, el gobierno de Morales optó por una diplomacia
de repliegue. En la arena política, la relación se caracteri por la tensión y el
enfriamiento. Las diferencias ideológicas, especialmente durante la gestión de Trump, el
acercamiento a Rusia, China e Irán; el respaldo a Venezuela; la expulsión en 2008 del
entonces Embajador estadounidense, Philip Goldberg, -acusado de conspirar contra el
gobierno de Morales- y la suspensión de las actividades de la DEA y USAID en territorio
boliviano, minaron las posibilidades de construir contactos de alto nivel.
2.3. La identidad boliviana al mundo
La diversidad cultural, como uno de los rasgos básicos del país implicó, en el plano de la
política exterior del MAS, la promoción internacional de gran parte de las causas que
integran las demandas del colectivo indígena campesino. Para ello, la diplomacia
boliviana apostó firmemente a los espacios multilaterales, en especial, Naciones Unidas,
ya sea sentando posición sobre determinadas temáticas o bien, llevando la iniciativa con
respecto a las acciones a seguir. En sus años como primer mandatario, Morales se
concentró en:
a) La defensa y promoción de los derechos de los pueblos indígenas (la
autodeterminación; la posibilidad de vivir en comunidad; el respeto de las
costumbres y tradiciones; el reconocimiento de las autonomías, etc.). Bolivia
acompañó, conjuntamente con otros Estados latinoamericanos, la iniciativa de contar
con una declaración por parte del organismo como una herramienta que coadyuvara
al proceso de reparación de aquellas comunidades que fueron víctimas de las
políticas del colonialismo. Finalmente, el 13 de septiembre de 2007 fue aprobada la
Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas por
la Asamblea General con 144 votos a favor y 4 en contra. En noviembre de ese
mismo año adquirió fuerza legal en Bolivia al ser elevada a rango de ley.
b) La defensa de la hoja de coca como símbolo de la cultura andina. Según Morales, la
penalización de la hoja de coca constituye una injusticia histórica al asociarse
directamente con el tráfico de drogas.Quiero decir que es la hoja de coca verde, no
la blanca. Esta hoja de coca representa la cultura andina, el medio ambiente y la
esperanza de los pueblos. No es posible que la hoja de coca sea legal para la Coca-
Cola e ilegal para otros tipos de consumo medicinal en nuestro país y en el mundo
entero” (Morales, 2006: 37). Tras varios años de reclamos, Naciones Unidas acep
en 2013 una reserva del país andino a la Convención de Estupefacientes de 1961 en
la cual se le reconoce a Bolivia el acullico (mascado de coca) como práctica ancestral,
al igual que el consumo de la hoja de coca con fines culturales y medicinales y su
comercio legal dentro del territorio nacional.
11
11
Consultar Single Convention on Narcotic Drugs, 1961, as amended by the Protocol amending the Single
Convention on Narcotic Drugs, 1961. Disponible en:
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c) La privatización de servicios básicos. Desde los inicios de su gestión, Morales lanzó
una campaña mundial en contra de la participación de compañías privadas en la
prestación de servicios, entre ellos, el agua. Para el MAS, representan derechos
universales y no una mercancía, por lo cual es competencia de los Estados y no del
sector privado garantizar su acceso de forma universal y equitativa.
12
En el V Foro
Mundial del Agua (2009), por iniciativa de la diplomacia boliviana, 25 países firmaron
una declaración paralela a la oficial donde el acceso al agua y el saneamiento fueron
considerados derechos humanos fundamentales (Justo, 2013). Un año más tarde, el
Estado boliviano apostó con mayor fuerza a este pedido y solicitó copatrocinado por
33 países- que Naciones Unidas se promulgara al respecto. Con 122 votos a favor y
41 abstenciones, la Asamblea General reconoció el derecho al agua potable y el
saneamiento sanitario como derechos humanos esenciales per se y para el disfrute
de otros derechos humanos.
d) Los recursos naturales y el cambio climático. En 2007 Morales afirmó que, para el
movimiento indígena, la tierra constituye una cuestión sagrada y por lo tanto, no
podía ser convertida en un simple negocio o mercancía. En este sentido, el ex
Presidente ha sido un actor activo en la promoción de los derechos de la madre tierra
y el respeto del vínculo entre las comunidades indígenas campesinas y los recursos
naturales al sostener que el capitalismo es la causa del proceso de degradación
medioambiental como de las desiguales sociales entre los países y al interior de los
mismos. Para el caso boliviano, dicha crítica se traduce, en parte, en la necesidad
del Estado de recuperar protagonismo en las industrias extractivas, procurando
disminuir las asimetrías en materia de beneficios frente al sector privado. Este
reclamo tuvo, como el tema del agua, recepción en Naciones Unidas. Por iniciativa
de la diplomacia andina, el 22 de abril de 2009, se declaró el Día Internacional de la
Madre Tierra (Asamblea General ONU, 2009). No obstante, cabe mencionar que
dicha temática, en tanto eje de política pública, no ha estado exenta de tensiones y
contradicciones. La explotación intensiva de materias primas, particularmente,
minerales e hidrocarburos ha sido uno de los pilares sobre los cuales el MAS sustentó
sus políticas sociales y económicas. En la primera década del presente siglo,
coincidente con el boom de los precios de los commodities, Bolivia, al igual que otros
vecinos sudamericanos, apostó al megaextractivismo, “potenciando la explotación
indiscriminada (…) con objetivos exportadores (Svampa, 2019: 70). Los nculos con
Argentina, Brasil y China son ejemplos en dicha dirección. Todo este proceso ha
puesto en jaque los principios básicos del Vivir Bien, entre los cuales se promueve el
abandono del crecimiento ilimitado como parte del desarrollo y la promocn de una
economía más sustentable y solidaria. En paralelo, ha generado numerosas
situaciones conflictivas con las comunidades indígenas y campesinas a raíz de la
expansión de la actividad extractiva o de proyectos vinculados- en sus territorios,
siendo emblemático el caso del Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro-Sécure
(TIPNIS) (Svampa, 2019).
https://treaties.un.org/Pages/ViewDetails.aspx?src=TREATY&mtdsg_no=VI-
18&chapter=6&clang=_en#EndDec
12
Justo (2013) afirma, en base al posicionamiento de la Corte Constitucional del país, que la mirada anti-
mercantilista es consecuencia de los sucesos de la Guerra del Agua en Cochabamba en el año 2000.
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Por último, se destacan dos acontecimientos que son resultados del quehacer diplomático
con miras a cumplir con la revalorización de la identidad cultural en tanto objetivo: la
incorporación de la wiphala símbolo de identificación de los pueblos indígenas
campesinos- en los actos de Estado, conjuntamente con la bandera tricolor y, los cambios
curriculares en la formación que otorga la Cancillería boliviana a sus funcionarios. A modo
de ejemplo, se encuentran la enseñanza del idioma aymara, la introducción de
asignaturas como Descolonización y Doctrinas Políticas y la participación de las
principales organizaciones sociales indígenas en las capacitaciones que realiza la
Academia Diplomática (Ministerio de Relaciones Exteriores de Bolivia, 2014).
3. Áñez, el regreso del MAS y el recuerdo de Morales
A lo largo de sus tres gobiernos, Morales otorgó un sello distintivo a la política exterior y
la diplomacia bolivianas. Como se señaló al comienzo de este trabajo, ambas fueron
rupturistas, pero especialmente pragmáticas. Rupturistas; por el andamiaje doctrinal y
las acciones sostenidas, sobre todo contraponiéndolas con la década del noventa.
Pragmáticas, porque fueron diseñadas en la squeda de una funcionalidad política y
económica; en ocasiones más de índole partidario que como programa de gobierno. Todo
ello generó que el país contara con una gran exposición en el escenario internacional,
entendiéndose como un momento sin precedentes.
Los deseos de un cuarto mandato por parte de Morales y García Linera se truncaron
frente al alto grado de conflictividad que estaba atravesando el país, producto de los
reclamos en torno a las elecciones de 2019 donde el oficialismo había obtenido una nueva
victoria. Aqconvergieron cuestiones como la polarización social quienes apoyaban la
victoria del MAS y quienes la rechazaban por forzar sus candidaturas a través de la a
judicial- y las denuncias de fraude por parte de la OEA y de los partidos opositores. Sin
márgenes de maniobra, la fórmula presidencial se vio forzada a renunciar un mes
después ante la solicitud efectuada por las Fuerzas Armadas y otros actores, como la
Central Obrera Bolivia (COB), paradójicamente, afín al MAS.
Jeanine Áñez, senadora opositora por UD, ocupó interinamente la presidencia, tras las
dimisiones de la presidenta del Senado y el primer vicepresidente de la mara de
Diputados, con la tarea de convocar nuevamente a elecciones. En su breve estadía, buscó
diferenciarse abiertamente de los principios, postulados y socios políticos que sostuvo la
Cancillería boliviana entre 2006 y 2019 (Ministerio de Relaciones Exteriores de Bolivia,
2020). En líneas generales, dispuso una diplomacia de reversión, que se manifestó en
acciones como el retiro de Bolivia del ALBA y UNASUR; el cuestionamiento abierto a
Venezuela, Cuba e In; la solicitud de ingreso al Grupo de Lima
13
y la existencia de
guiños para la recomposición de la relación con Estados Unidos. Tampoco apeló al
acercamiento latinoamericano pico del MAS- al criticar con vehemencia el
13
Este espacio multilateral surgió en 2017 para hacer un seguimiento de la crisis venezolana, procurando
obtener una salida pacífica y negociada, en clara oposición al accionar de Nicolás Maduro. La Declaración
de Lima fue firmada por Argentina, Brasil, Canadá, Chile, Colombia, Costa Rica, Guatemala, Honduras,
Panamá, Paraguay, Pey Venezuela (oposición). Bolivia ingredurante el gobierno interino de Jeanine
Áñez. Se retiró tras el regreso del MAS.
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acompañamiento y el resguardo a Morales y miembros de su gabinete por parte de los
gobiernos de Argentina y México.
14
La inestabilidad del escenario nacional y los impactos del Covid-19 fueron retrasando la
celebración de los comicios presidenciales, los cuales se desarrollaron finalmente el 18
de octubre de 2020. Con el 55.11% de los votos, el MAS regresó al Ejecutivo boliviano
de la mano de dos actores ya conocidos para la ciudadaa: Luis Arce, Ministro de
Economía durante la gestión Morales y David Choquehuanca, a cargo de las relaciones
exteriores del país hasta 2017 (Ceppi y Martínez, 2020).
El escaso tiempo transcurrido desde los inicios del nuevo gobierno permite, al momento,
hacer sólo algunas proyecciones sobre el devenir de la política exterior y la diplomacia
bolivianas. Del plan de gobierno presentado por Arce y Choquehuanca, se infiere que la
política exterior mostrará líneas de continuidad con respecto a la implementada por
Morales en materia de objetivos y postulados sostenidos. Así, los derechos de los pueblos
indígenas, la defensa del agua y la hoja de coca, los procesos de integración y el
sostenimiento de vinculaciones con eje en la solidaridad y la cooperación, conforman,
entre otros, los temas en torno de cuales la diplomacia debe ponerse en acción. “La
política exterior de Bolivia ha logrado colocar en la agenda internacional planteamientos
propios (…) Su accionar se ha basado en la Diplomacia de los Pueblos por la Vida, que
constituye una visión de relacionamiento internacional soberana, propositiva y con
participación social (…) proponiendo iniciativas de interés mundial, en la lucha por una
cultura de la vida y la paz, para Vivir Bien, y un marco internacional de solidaridad,
complementariedad y alianzas estratégicas capaces de contribuir al desarrollo del país”
(Programa de gobierno MAS-IPSP, 2020: 45). El regreso de Bolivia al ALBA-TCP, UNASUR
y CELAC y el restablecimiento de relaciones con Irán y Venezuela suspendidas por Áñez-
dan cuenta que la diplomacia también estaría repitiendo el patrón de las gestiones de
Morales.
Ahora bien, es importante considerar que ni los actores ni el contexto (nacional, regional
e internacional) son los mismos que en el período 2006-2019. Arce debe sortear múltiples
desafíos tanto en el plano doméstico reactivación de la economía, conflictividad social,
pandemia- como en la agenda externa. Sus declaraciones han hecho hincap en el
diálogo y el consenso; elementos que, se presupone, serían la brújula del accionar
internacional del país, lo cual contribuiría a bajar el perfil contestatario y reactivo frente
a las situaciones de disidencia. En pocas palabras, se infiere, teniendo en cuenta las
primeras medidas del actual mandatario en este corto período de gestión y las
dificultades propias del complejo escenario creado por el Covid-19, que la diplomacia
boliviana oscilará entre marchas y contramarchas.
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xico otorgó asilo político, mientras que en Argentina se tramitó la condición de refugiados.
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