3.4. Utilidad de las redes
La organización está encontrando la mayor utilidad de las redes para realizar acciones
de movilización y conseguir grandes resultados. El último ejemplo lo tienen en la
campaña que han hecho para el no encarcelamiento de Pablo Hasel, en la que en 1 día
recogieron 40.000 firmas, la inmensa mayoría por redes sociales, y solamente lanzaron
un hilo de Twitter. Los usuarios pueden firmar apoyando cualquier campaña utilizando
cualquier red, para eso está el Webmaster, la persona que contempla la estructura
tecnológica completa, y ha hecho la programación pertinente para que dichas firmas se
puedan recoger desde cualquier red social, y para que los datos estén interconectados.
Todo se realiza a través de un software propio de Amnistía Internacional, diseñado
específicamente por una empresa para cubrir las necesidades de la entidad. Se utiliza
también, al cruzar los datos pertinentes, para realizar los envíos de notas de prensa por
parte del responsable de medios de comunicación, automatizando el cambio de formato
por el mencionado software, para cualquier red social. Si cuando suben una noticia a la
web de la organización la quieren compartir por Twitter, Instagram o WhatsApp, hay una
conversión automática para estas redes. La inversión económica realizada por la entidad
en este software les permite tener la capacidad de recoger, por ejemplo, esas 40.000
firmas en un día, con la localización de los datos pertinentes.
También lo utilizan en lo que llaman “acciones urgentes”, a través de las que movilizan
a un gran número de personas en muy poco tiempo. Podrían generar un mensaje de
WhatsApp para congregar a 40.000 personas en un punto concreto. Y el sistema
informático podría soportar muchísimas más.
El récord de firmas recogidas por la Sección Española de Amnistía Internacional es de
9.600.000 en el caso de Amina Lawal en 2003, momento en el que no existía esta
herramienta. Su desarrollo ha sido progresivo, tiene 6 años, y tiene actualizaciones
permanentes; la herramienta es propia de la Sección Española. Pero hay un sistema que
les permite compartir conocimientos técnicos que también es permanente, tanto con el
Secretariado Internacional de Amnistía Internacional (sede en Londres), como con otras
secciones nacionales de diversos países.
Es imposible que Amnistía Internacional haga una campaña sin contar con las redes
sociales, e incluso algunas solamente se activan a través de ellas. El motivo es que les
funcionan mejor. El cantautor nigeriano Yahaya Sharif-Aminu, de 22 años, compuso en
febrero de 2020 una canción y la compartió a través de WhatsApp; tras ser detenido y
juzgado fue condenado a la horca por blasfemia, porque, según la ley islámica, contenía
comentarios despectivos sobre el profeta Mahoma. El temor a Boko Haram estuvo de
telón de fondo. El 21 de enero, una Comisión de Apelaciones ordenó que la causa volviera
a verse ante un juez diferente, por haber carecido de representación legal durante todo
el proceso anterior. Fue un triunfo para Amnistía Internacional, aunque sigue peleando
por su liberación definitiva. Un triunfo que se consiguió utilizando exclusivamente las
redes sociales, donde las campañas de personas con nombres y apellidos, casos
concretos (y de causas temáticas generales), tienen mucha incidencia, para ese caso
llevan 200.000 firmas. Fue un caso con el que la organización no tuvo éxito en medios
de comunicación, donde tienen más acogida los informes de Amnistía Internacional.