Crece la incertidumbre al tiempo que la información vertida a la red por el notable
incremento de las mediaciones comunicativas que, en lugar de mejorar nuestro
conocimiento del mundo, de la vida propia y ajena, alimentan los prejuicios y
malentendidos; generan confusiones y promueven conflictos sin fin.
Sin embargo, de las observaciones antedichas no puede concluirse que la reproducción
social corra algún riesgo por una disminución del consenso. De hecho, se promueve el
consenso, pero no de toda la ciudadanía y menos aún a escala global. “Teóricamente la
globalización y las TIC que la hacen posible abren la posibilidad de saber más de la cultura
de otros países y regiones del mundo; lo que teóricamente podría ampliar también las
posibilidades de que se entiendan mejor las personas de diferentes lugares del planeta”
(Bernete, 2010).
El consenso fundamentado en el control de las redes puede alcanzar niveles que nunca
antes han existido. Porque se está promoviendo el consenso que descansa en la
obediencia al grupo propio, reforzando las identidades de unos frente a las de otros; el
consenso de la exaltación localista o nacionalista; el consenso sostenido con la
reproducción de estereotipos de toda naturaleza, que las redes amplifican con facilidad y
rapidez: estereotipos nacionales y locales, de género y orientación sexual, de judíos,
moros y cristianos, como hace cientos de años.
Las mismas tecnologías que permiten la desestructuración del conocimiento, también
permiten un uso orientado a primar determinadas representaciones estereotipadas de la
realidad y su reproducción con “información” redundante. Las visiones del mundo
dominantes en términos cuantitativos acaban convirtiéndose en dominantes en términos
cualitativos. Como en épocas anteriores, pero ahora con más razón, sólo una minoría de
sujetos son capaces de distinguir la verdad de la mentira informativa.
Distinguir la información verdadera de la falsa ha tenido la mayor importancia en la
prevención y solución de los conflictos sociales. Del mismo modo que confundir lo falso
con lo cierto, crea y exacerba los enfrentamientos.
En la comunicación social la verdad se ha utilizado para desactivar los conflictos y la
mentira para crearlos e intensificarlos. Y así sucede en la actualidad. Por ejemplo, la
mentira legitima la agresión a otros países, cuando los medios de comunicación para
masas, exacerban el belicismo o cuando se planifica una invasión militar.
Siguiendo al profesor Martín Serrano (2007: 252-262), una información es veraz si los
datos que proporciona sobre el objeto de referencia son:
● objetivos (se corresponden con características del objeto),
● significativos (pertinentes para informar de ese objeto desde un determinado punto
de vista) y
● el conjunto de los datos es válido o completo para proporcionar a los usuarios de la
comunicación cierta visión del objeto.
La sobrecarga de información que se ofrece actualmente al ciudadano, le exige no sólo
nuevas capacidades técnicas para sacar provecho a las prestaciones informáticas, sino
también y sobre todo, capacidades cognitivas que difícilmente podrá adquirir por sí
mismo. Considere el lector si todo usuario de computadoras, Smartphone, internet, etc.
por el simple hecho de poseer los dispositivos de acceso y encontrarse conectado, tiene
la capacidad de buscar, contrastar, discriminar, relacionar información para producir un