comienzo de la negociación había otorgado a Irlanda la última palabra sobre esta cuestión
específica del acuerdo de retirada británico. El único límite innegociable era, y sigue
siendo, preservar la integridad del mercado único europeo, y el acuerdo así lo garantiza.
Con su estilo grandilocuente, Boris Johnson presentó la firma del acuerdo con la UE como
una “gran victoria” (Day, 2019). Su mejor argumento consistió en asegurar que la
anterior salvaguarda irlandesa (backstop) había desaparecido. La pervivencia de esa
situación aduanera especial quedaba en manos, exclusivamente, del parlamento irlandés.
Cada cuatro años la Asamblea de Irlanda del Norte podrá votar abandonar este régimen
especial, lo cual supondría su desconexión de la Unión Europea y el establecimiento de
la frontera con Irlanda como frontera exterior de la UE. Si la Asamblea aprueba por
mayoría simple mantener el régimen especial, se prorrogará por otros cuatro años. En
caso de que se obtuviera una votación favorable con mayoría reforzada (lo cual implicaría
contar con los votos de los partidos católicos y protestantes), la renovación sería por
ocho años. En el caso de que no fuera aprobada, se establecería un periodo de dos años
para negociar la nueva fórmula que lo sustituiría (El Confidencial, 2019).
Los unionistas norirlandeses del DUP (Democratic Unionist Party) manifestaron su
oposición a las disposiciones alcanzadas en el nuevo acuerdo, pero su influencia como
sostén del gobierno conservador en minoría desapareció al lograr Johnson una holgada
mayoría absoluta de la cámara en los comicios celebrados el 12 de diciembre de 2019.
El acuerdo fue finalmente aprobado y el Reino Unido se retiró oficialmente de la UE el día
31 de enero de 2020.
Desde entonces, y hasta que expire el período de transición fijado hasta el 31 de
diciembre de 2020, la relación bilateral se ha mantenido, en sus efectos prácticos, en
unos términos semejantes a los que regían hasta ese momento: el Reino Unido
permanece dentro del mercado único y la unión aduanera durante el período de
transición, sin ser ya Estado miembro, por lo que carece de voz y voto en las instituciones
comunitarias. Aunque se ofrecía la posibilidad de prorrogar el período de transición para
ofrecer más tiempo a las comisiones negociadoras del tratado que regule la relación
futura, el Gobierno británico desestimó esta posibilidad. Esta decisión trasladó una fuerte
presión a las comisiones negociadoras encargadas de acordar el tratado que rija las
relaciones bilaterales futuras al ver limitado el tiempo disponible para cerrar una
negociación que, como se ha podido comprobar, está resultando sumamente difícil.
Cuando ya parecía que este capítulo había sido cerrado con éxito, con la entrada en vigor
del Acuerdo de Retirada (Acuerdo, 2020) que ha permitido la salida formal del Reino
Unido de la Unión, el Gobierno británico presentó ante el Parlamento, a comienzos de
septiembre de 2020, un proyecto de ley sobre el mercado interno (Internal Market Bill)
diseñado para permitir que los bienes y servicios fluyan libremente a través de Inglaterra,
Escocia, Gales e Irlanda del Norte cuando concluya el periodo transitorio el 1 de enero
de 2021. Sorpresivamente, en su articulado se incluye la posibilidad de modificar
unilateralmente los términos acordados en el mencionado Acuerdo.
Invocando el derecho “a actuar en el mejor interés de Irlanda del Norte y del mercado
interno del Reino Unido” (UK Govermment, 2020) la ley permitiría eliminar la obligación
del Reino Unido de controlar las mercancías procedentes del resto de Gran Bretaña con
destino a Irlanda del Norte. Esto es, eliminar la “frontera” en el canal de Irlanda, a la que
se había comprometido en el Acuerdo, sin restablecer la frontera territorial entre Irlanda
e Irlanda del Norte. Se trata, precisamente del punto clave sobre el que se había
construido el Acuerdo de Retirada que permite asegurar tanto la vigencia de los acuerdos
de viernes santo como la integridad del mercado interior europeo.
La iniciativa legislativa supone una violación de los términos acordados con la Unión
Europea de la que es plenamente consciente el Gobierno británico. El ministro para
Irlanda del Norte, Brandon Lewis, ha declarado públicamente: “will break international